P. Arquitectónico
Font de la Petxina
La abundancia de agua dulce (junto con sus condiciones naturales de fortaleza inexpugnable) han marcado el devenir de Peñíscola como importante emplazamiento costero desde los tiempos más remotos. La fuente de la Petxina o de fora, emana ininterrumpidamente agua que va al mar. Lo más destacado de esta fuente es su inscripción, en la que relata que fue mandada hacer por Felipe II en el año 1578.
Portal de San Pedro.
Construido por el Papa Luna en el siglo XV, esta puerta sirvió de acceso por el mar al antiguo castillo con un embarcadero que funcionó hasta el siglo XVIII cuando se cegó y terraplenó por motivos militares. El portal está conformado por un arco rebajado de sillería, sobre cuya dovela central se puede observar el escudo de Benedicto XIII tallado por Filibert Bertalla.
Bufador.
(Erosión natural en la roca por la que las aguas del Mediterráneo entran y salen continuamente, provocando estruendosos bufidos y elevaciones violentas del agua del mar en los días de temporal.
Calle Mayor.
Junto con la calle Fulladosa o antigua caballeros, la calle Mayor, es uno de los dos viales de corte renacentista que estructuran el casco antiguo. Esta arteria principal de la ciudad, nos llevará a la calle Príncipe, compuesta por el lienzo amurallado de los siglos XIII, XV y XVIII.
La Iglesia Parroquial.
Emplazada junto a un antiguo palacio que hace las funciones de ayuntamiento. Esta iglesia, levantada en 1234 sobre los restos de la antigua mezquita árabe, responde a la típica iglesia de reconquista. En el s. XV, tras un incendio se trasforma la parte posterior en base al nuevo estilo gótico; a su vez la cabecera se trasformará en el XVIII. Conserva un valioso tesoro de extraordinario mérito histórico-artístico entre el que cabe resaltar una Cruz procesional y un cáliz del Papa Luna, así como un relicario de Clemente VIII. Durante el 2005 fue sede de la Exposición “Paisajes Sagrados” de la Fundación “La luz de las Imágenes”
Portal fosc.
Esta puerta, cuya traducción literal del nombre es “Portal oscuro” es otra de las entradas principales a la ciudad, abierta en el s. XVI y construida por Felipe V junto al frente de muralla renacentista que da a la cara oeste de la fortificación.
Puerta de Santa María o de las Caseres.
Puerta que da acceso a la plaza. Sobre ella podemos leer el siguinte texto: “PUERTA DE STA. MARÍA. FUE ABIERTA REINANDO D. FERNANDO VI MONARCA ESPAÑOL INVICTO. AÑO 1754”.
Plaza de Santa María.
De construcción renacentista, es donde se han encontrado los vestigios arqueológicos más antiguos con restos de muralla romana y árabe. La plaza de Les Caseres y murallas de su entorno son un área de especial importancia en la historia de Peñíscola. El aprovechamiento ancestral del manantial de la Font de Dins ha convertido este área en lugar estratégico en el que confluyen recintos amurallados de distintas épocas, fundamentalmente la fortificación medieval y parte de la muralla renacentista que configura la plaza.
Font de Dins.
Junto a la Ermita de Santa Ana se encuentra la Font de Dins, manantial de agua dulce que durante tiempos inmemorables ha abastecido a la Ciudad. Su importancia es tal que, básicamente, la ciudad se ha construido en torno a él. Por ello, desde siempre, ha sido la zona más protegida del tómbolo.
Iglesia de Nuestra Señora de la Ermitana.
Es el centro de una devoción popular de origen medieval. Está emplazada junto al castillo en un solar en el que existió otra edificación religiosa en el siglo VI.
La Porteta.
Fue el antiguo puerto pesquero. Estas claras aguas, junto con la fina arena de nuestras playas, fueron protagonistas en el pasado, ya que aquí se cargaba durante la Edad Media la lana y el trigo de todo el Maestrat, Ports de Morella y Bajo Aragón, adquiriendo gran renombre como puerto comercial dentro de la actividad mercantil.
El Puerto.
La primera parada en el puerto es la lonja donde, de lunes a viernes, se lleva a cabo la subasta del pescado. Hoy en día esta informatizada, pero antes tenía sus curiosas reglas: se hacia con una antigua mecánica a la baja, cantada en valenciano por el subastador, hasta que una voz de aceptación o un sencillo gesto del autorizado comprador detenía la rápida cantinela.